Resistencia a la sanación: cuando quieres mejorar y algo no se suelta

A veces queremos sanar, pero no lo conseguimos. Lo deseamos, buscamos ayuda, practicamos ejercicios, meditamos, y aun así, parece que no cambia. He oído comentar muchas veces «es que tengo un bloqueo», y casi siempre con un cierto grado de incomprensión por no saber dónde está ese bloqueo o por qué las cosas no avanzan, aún cuando lo intentamos de distintas formas: medicina, meditación, ejercicios…

No es que la energía esté bloqueada, ni que falte intención. Puede ser más simple: hay partes de nosotros/as que sostienen resistencia sin que lo sepamos. ¿Qué puede ayudarnos a soltarla, entonces?

Las mismas cosas que ya hemos probado, no han servido (o no han servido aún). ¿Qué hay entonces más allá?

En este artículo te presento las conclusiones de experiencias de las personas que han dedicado su tiempo a la Sintonización.

Esa sensación de que algo interno me frena sin saber por qué

Muchas veces creemos que no podemos sanar porque algo “nos lo impide”. Aparece el pensamiento: “No va a funcionar”, o “Debo hacer algo más para merecer esto”. Puede ser ansiedad, estrés o el intento constante de encontrar respuestas. Lo que sentimos no es culpa ni fallo: es tensión que hemos sostenido durante años sin darnos cuenta.

Por ejemplo, creemos que necesitamos “estar o ser perfectos/as” para sanar o ayudar a otros. Sentimos que debemos comprender todo antes de avanzar. Mientras intentamos controlar, el cuerpo permanece alerta, rígido, incómodo. Pero en cuanto entra la energía, esa tensión se suaviza sola, sin que tengamos que luchar, entender o lograr nada. Solo sentimos un alivio inesperado, como si el cuerpo recordara cómo relajarse.

Cómo dejar de sostener cosas que no son mías sin esfuerzo

Otra forma de resistencia proviene de vivir de manera que no nos pertenece: adaptarnos a expectativas externas, aparentar, mantener una imagen. Todo esto gasta energía y produce tensión, incluso si no lo notamos conscientemente. A veces nos sentimos agotados/as sin haber hecho nada físico.

Cuando la energía nos toca, sentimos un alivio tangible: los hombros bajan, la respiración se abre, y de repente, notamos que ya no estamos sosteniendo lo que no es nuestro. No es que la energía nos corrija; nos acompaña, nos recuerda que podemos relajarnos y soltar lo que no nos pertenece. Esa ligereza es física, mental y emocional al mismo tiempo.

Por qué siento ansiedad o vacío sin motivo aparente

Algunas sensaciones parecen surgir de la nada: ansiedad, vacío, angustia. Muchas provienen de memorias energéticas almacenadas en el cuerpo, no de pensamientos conscientes. Incluso los traumas de la infancia, como la falta de seguridad o cariño, dejan huellas que seguimos sintiendo hoy. Seguimos buscando fuera lo que nos faltó, manteniendo la tensión interna.

La energía nos muestra otra manera: cuando una vibración adecuada nos toca, esas memorias comienzan a relajarse. Sentimos un alivio profundo: los vacíos se llenan, los nudos se aflojan, la presencia en el cuerpo se vuelve más completa. Es la conexión que estábamos buscando y que ya no se va. Es un recordatorio de que no necesitamos luchar para soltar lo que ya estaba sostenido.

Cuando el cuerpo respira de nuevo y siento claridad

La sanación se percibe en el cuerpo. Cambios sutiles: un calor inesperado, un hormigueo, ganas de llorar o reír, sensación de ligereza, claridad. Y también cambios mucho más tangibles: el dolor desaparece, se regeneran músculos, articulaciones y sistemas. Es como si el cuerpo pudiera respirar de nuevo, como si el tiempo se ralentizara para permitir que algo se reorganice internamente.

Cada persona lo siente de manera distinta, pero la esencia es la misma: no es un proceso mental ni un logro; es energía actuando sobre lo que sosteníamos sin darnos cuenta. La resistencia no desaparece porque “la vencimos”; se suaviza porque la energía nos ayuda a recolocar las cosas y la resistencia se suelta sola. Esa experiencia nos recuerda que sanar no es esfuerzo, es una experiencia que se vive.

Sentir la energía que reorganiza el cuerpo y la mente

Herramientas como la Sintonización o la Huella Vibratoria® no nos obligan a cambiar ni “arreglan” nada desde fuera. Son espacios donde la energía puede mostrarse y tocar lo que necesitamos soltar. Al entrar en contacto con estas vibraciones, la tensión que parecía permanente comienza a moverse, y sentimos alivio.

No es nuestra voluntad la que suelta la resistencia; es la energía que nos atraviesa y nos hace sentir cómo algo dentro se transforma. Cada respiración se hace más profunda, cada movimiento del cuerpo más libre. La experiencia nos enseña que la sanación es natural y no requiere esfuerzo, solo percepción y presencia.

Cómo sentir la sanación en el cuerpo y dejar que fluya

Sanar no es esfuerzo, ni logro mental, ni control. Es una experiencia viva que ocurre cuando la energía toca lo que sostenemos sin darnos cuenta. La resistencia no es enemiga; es solo tensión que la energía puede suavizar.

Cuando nos permitimos sentir, abrirnos y percibir lo que aflora, todo lo que parecía rígido empieza a moverse. Respiramos más profundo, sentimos ligereza, claridad, espacio dentro de nosotras. No necesitamos analizar, solo sentir. La sanación ocurre en el cuerpo, y la energía siempre sabe cómo llevarnos allí.

El mensaje central es sencillo: la sanación sucede porque la energía actúa, no porque luchemos ni forcemos nada. Todo lo que sosteníamos sin saberlo se suaviza, se reorganiza y deja espacio para la plenitud, el bienestar y la presencia en el cuerpo y en la vida.

La Sintonización

Cuando la experimentas, lo notas de inmediato. No es un concepto: es físico, mental, emocional y espiritual al mismo tiempo. Es sentir cómo el cuerpo se va relajando, cómo algo se afloja sin que tengamos que hacer nada. Esa es la sanación real: la energía actúa y nosotras solo percibimos el movimiento.

Esta conexión es la que me ayudó a mí. No tuve que hacer nada para ello, al revés. Vino para mostrarme la resistencia que sostenía. Ni siquiera lo sabía. Me dijo «te estás resistiendo». Y en cuanto lo escuché, lo vi. Ahí fue cuando me di cuenta de qué era lo que estaba sosteniendo. Ése fue mi comienzo con la Sintonización. Te dejo la historia de mi primera experiencia personal de sanación en este otro artículo del blog.

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